Solías hacerme todo tipo de preguntas, como si yo tuviera algo que esconder y no sé por qué comenzó todo esto. Me amabas por libertad, decías que podías volar, ahora estamos en el suelo y yo estoy atrapada.
No quiero mentir diciendo que está bien mirar las paredes alrededor de nuestras vidas, que miden trescientos metros de alto... no, yo no puedo vivir así. No tenías que sonreír cuando por dentro no eras sincero y sólo fingías. Siempre pude ver la duda en tus ojos, la felicidad que tuvimos se fue y no quise sentarme a mirar como todo se enfriaba cuando el verano dejó la habitación. El telón comenzó a cerrarse y no me quedé a mirar el final.
Dijimos que nunca nos convertiríamos en esto, ni nos diríamos mutuamente cómo vivir. Ahora sé que tus buenos tiempos ya no están conmigo. Seguíamos encontrando más y más formas de escapar el uno del otro, pretendías estar dormido cuando en realidad estabas despierto. No mentiré diciendo que es bueno esperar entre enormes paredes que rodean nuestras vidas... estábamos a trescientos metros y me hiciste caer, así no se puede sobrevivir.
No tenías que fingir que todo estaba bien cuando en tu interior sentías que no era cierto, quizás nunca lo estuviste. Siempre vi la duda en tus ojos y percibí el sarcasmo y el fastidio en tus palabras, pero jamás los comprendí... el sol que tuvimos se metió. Yo no quería decir que se había terminado cuando yo aún te amaba, ni quería que tú lo dijeras... yo todavía te amaba.
El telón se cierra, de nuevo me niego a ver un final que es inminente. Miro el verano salir de la habitación. Las páginas de esta historia se acabaron, se cierra otro libro, uno que no volveré a leer. El telón se cierra y no me quedaré a ser el final. Dijimos que se había terminado cuando yo aún te amaba.
